Dermatopatías inflamatorias asociadas a infección bacteriana, micótica o mixta. Dermatitis infectadas secundariamente por hongos o bacterias. Infecciones bacterianas o micóticas que presentan una marcada inflamación.
Hipersensibilidad a cualquiera de sus componentes. Tuberculosis cutánea, afección luética de la piel o enfermedades de origen viral (infecciones herpéticas incluyendo herpes zóster).